Como les he comentado previamente, comencé una tradición de celebrar el comienzo de año lejos de casa.
La idea es cortar con la rutina y a la vez evitarme la eterna -pero siempre vigente- organización de dónde y con quién la pasamos. Y obviamente, es una excusa más para poder viajar unos días. Así elegí Rosario.
El 2017 fue un año ajetreado. Especialmente diciembre que fue para el olvido.
Por ello elegí un destino cercano pero con un lugar para hospedarme que sea cómodo y que esté bien ubicado. Y que tenga resuelta la cena de año nuevo. Por eso, después de buscar y leer varios comentarios, fue como llegué al Hotel Esplendor Savoy.
Organizando el viaje
Luego de una búsqueda exhaustiva para comprar los pasajes de micro, desistí de ir por este medio por dos razones: 1) el viaje duraba más de 6 horas y 2) valía $100 menos que irme por avión. En avión son aproximadamente 50 minutos… la única macana es que era ida/vuelta desde Ezeiza, o sea desde el aeropuerto internacional; nunca supe el motivo pero deduzco que puede ser por la expansión aeronáutica que estamos por la transcurriendo.
Una vez emitido el pasaje realicé el pago del hotel, a través de una famosa página cuyo logo es un timbrecito.¿Qué me gustó del hotel? Su ubicación céntrica, las comodidades que facilitaba y que su Café era quien organizaba la cena de fin de año en el salón del 4º piso. Si me preguntan por el precio de la habitación, por las características del hotel me pareció acorde. Pueden chequearlo aquí.
Arribo a Rosario
Cuando llegás al aeropuerto podés transladarte en transfer o taxis. Pero si preferís una opción económica y súper cómoda te recomiendo el colectivo de la línea 115. ¡Te deja en la puerta del hotel literalmente!
Podés abonar en efectivo pero sólo con monedas y sino con una tarjeta que te sirve para todos los colectivos de allí. A partir del 1º de enero el pasaje vale $11,70. También recomiendo descargar la aplicación MOVI que te permite realizar consultas sobre horarios de colectivos, puntos de recarga y recorridos, entre otras.
Llegada al hotel Esplendor Savoy
Ingresamos al hotel el sábado 30 de diciembre temprano, a las 9.30 hs. aproximadamente.
Agradecemos infinitamente al concierge que nos dejó ingresar a esa hora, ya que la habitación estaba libre. Como llegamos medio cansadas enseguida ordenamos nuestras cosas en la habitación, que era algo igual a esto pero a la inversa. ¡Y después nos pusimos a descansar un rato y no repare en sacar foto antes del caos!
Una vez descansadas, luego paseamos por el 4º piso; allí vimos que ya estaban en marcha los preparativos de la fiesta.
Durante el recorrido lo particular es observar cómo convive lo nuevo y lo antiguo. Es común encontrarse con objetos reciclados y antigüedades recuperadas. Cual museo de sitio, hasta puede encontrarse una réplica de la entrada del día de su inauguración en 1910.
Su arquitectura francesa también es algo que deslumbra, como los gajos verdes de su cúpula de chapa estampada.
Sus altos pisos coronados por arañas son otros de sus detalles antiguos, que conviven con la modernidad del diseño de lámparas y cortinas intervenidas con detalles de Tramando de Martín Churba. Algo imponente es la escalera de mármol de carrara que se emplazada desde su entrada hasta el 4º piso.
Como ese sábado estaba lindo y caluroso, aprovechamos un rato la pileta que se encuentra al aire libre en la terraza.
Y luego fuimos a recorrer un poco la ciudad.
31 de diciembre: último día del año
Al día siguiente comenzamos la jornada desayunando en el café del hotel. Si bien yo no consumo gran parte de lo que se servía, aproveché la variedad de jugos, cereales y frutas.
Aquí también se pueden encontrar detalles de la antigua Rosario.
Como ese día llovío (¿tiempo loco, no?) aprovechamos las instalaciones cerradas: la otra pileta y el gimnasio.
¡Y llegó la hora de la fiesta!
La cita era a las 21.00 hs. en el salón del 4º piso del hotel. Como ya conté anteriormente la temática de la fiesta estaba inspirada en la Francia de la Revolución… que incluía un show en vivo con siete bailarines en pista y hasta una tarotista que te leía la mano en la cúpula del hotel.
El plato principal (en mi caso) fue un cake de quinoa, zanahoria y parmesano en salsa de malbec y frutos rojos.
Y de postre una mousse ligera de coco con corazón de frutillas y streusel de cacao.
Hubo una mesa dulce general con budines y macarrons y otra individual con mini brownies, lemon pies, tarteletas, mousse de chocolate, cremoso de avellanas, más budín, pan dulce y turrones.
A las 00.00 comenzamos el año nuevo con un brindis entre todos los asistentes.
Acá estamos celebrando y digiriendo (la verdad ya no nos entraba un bocado más).
¡Y para cerrar el festejo: empezó al baile a todo ritmo!
Y así se finalizó la celebración, con el cotillón en mano y la música sonando.
La verdad que ha sido una experiencia súper grata que volvería a repetir, toda la jornada fue más que memorable.
El servicio y la atención durante todo el transcurso de la fiesta fue impecable. ¡Súper recomendable!